Desde pequeños, en el colegio nos enseñan que los seres humanos tenemos un ciclo de vida definido: nacemos, nos desarrollamos, nos reproducimos, envejecemos y morimos.
Dentro de esta reducida forma de comprender la existencia humana, que nos obliga a seguir por un camino único, aparecen también imágenes estereotipadas que indican de qué manera nos veremos en cada una de esas fases.
Nuestra imagen de vejez
Cuando hablamos de “envejecimiento”, en general lo primero que se viene a la mente es la imagen de alguien arrugado, canoso, y con dificultad para moverse y con pérdida de memoria.
Casi como si envejecimiento fuera sinónimo de detrimento, de un ser humano que comienza inevitablemente a dejar de funcionar de manera óptima, perdiendo capacidades y funciones irremediablemente.
Pero eso no es verdad. Envejecer es un mito creado por una cultura y una sociedad acostumbrada a tragarse “todo lo que le pongan en el plato”, sin cuestionar nada de lo que se le dice.
En realidad, el envejecimiento comienza cuando dejas de moverte. Así de grave, y así de sencillo.
Un cerebro economista
Neurológicamente hablando, el fin último de nuestro sofisticado y superdesarrollado cerebro humano, es mejorar cada vez más las habilidades de movimiento corporal: así es como somos la única especie capaz de deambular sólo en 2 patas y mantenernos erguidos, manipular herramientas con la complejidad con la que podemos hacerlo, o dibujar, bailar, tocar un instrumento, etc.
Si bien es cierto que el cerebro humano ha venido especializándose en mejorar nuestra capacidad de movimiento, también es cierto que nuestro cerebro es sumamente economista: si hay alguna ruta neuronal que no se está usando, el cerebro la descartará para no gastar energía en mantenerla.
Así, si dejas de practicar un idioma, lo olvidarás; si dejas de escribir a mano, es muy probable que empeores tu letra. Y si dejas de moverte, tu cerebro entenderá que ya no necesita gastar energía en permitirte saltar, correr y bailar, recortando tu capacidad de movimiento, y propiciando el deterioro de tu cuerpo.
Si te das cuenta del enorme porcentaje de personas sedentarias en el planeta, comprenderás por qué la mayoría de las personas parecen envejecer irremediablemente, con deterioro funcional, cognición y evidentemente motor.
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La cosa es deshacerse del mito del envejecimiento, es decir, darnos cuenta de que no estamos programados para la decadencia. Estamos destinados a morir, pero no a deteriorarnos o degenerarnos.
Tomas Hanna
Sumado a que nos movemos poco, además agravamos la condición de falta de movimiento repitiendo todos los días los movimientos de la misma manera. Es catastrófico, pero solo utilizamos cerca del 5% de nuestro potencial neurológico total. Así se entiende perfectamente que el ser humano esté destinado a envejecer y morir sin trascender en el camino, sin crear, sin descubrir, sin emocionarse de una vida llena de posibilidades: menos del 10% de los seres humanos lo logran, y esos que lo logran, tampoco tienen un desarrollo ideal de su capacidad neurológica.
¿Qué hacer para no envejecer?
1. Muévete más y mejor
No necesitas ir a un gimnasio a lastimarte haciendo ejercicios que no tienen nada que ver con tu necesidad real de movimiento. Moverte sin sentido no ayuda a tu cerebro, sino que agrava un problema fundamental de la humanidad, y es que realizar actos innecesarios confunde a nuestro cerebro; por ejemplo, correr sobre una plataforma que no avanza sin perseguir algo como una presa o llegar a algún lugar hace que tu cerebro se confunda y comience a funcionar en automático, agravando la situación. Si te vas a mover hazlo con sentido: ordena tu habitación, limpia tu armario, arregla el jardín, pinta tu casa, barre la calle, destina tiempo, energía y movimiento en hacer cosas realmente útiles para ti.
2. Cambia tus rutinas
Prueba escribir con la mano opuesta, o levantarte de manera diferente, apoyando otro pie o por el otro lado de la cama; lávate los dientes con la otra mano; siéntate en un lugar diferente de la mesa, come algo distinto, mastica por el otro lado, en fin. Hay muchas cosas que puedes cambiar en tus movimientos cotidianos. Esto le permitirá a tu cerebro reactivarse al generar nuevas rutas o al reactivar otras que ya estaba comenzando a desechar.
3. Practica LK Movimiento Inteligente® o Feldenkrais
La educación somática te entrega una herramienta indispensable para mejorar en todos los aspectos neurológicos, detener el temido envejecimiento y recuperar rápidamente el tiempo y el movimiento perdido.
Pon en práctica esta clase todos los días durante una semana y cuéntame cómo te sientes realizando cualquier actividad.
Gracias por leer "Envejecer es un mito"
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