Nos vemos en...

Sobreviviste a tu infancia gracias a sobreexigirte.

Lo sé, querida. Las que tenemos entre 35 y 50 somos una generación muy especial. Especialmente si padeces de bruxismo, insomnio, ansiedad, o migrañas frecuentes (ya te contaré más adelante la dolorosa relación que tienen).

Como te decía: una generación muy especial:

Una generación que creció rodeada de militares armados con un poder casi absoluto.

Una generación que aprendió con los golpes de sus padres cuándo callar, cuándo comer, cuándo respirar, cuándo existir.

Una generación donde era normal ver un profesor blandiendo reglas, gomas, gritos, abusos e injusticias para aleccionar a sus estudiantes. Comportamiento que, además, era validado por los mismos padres.

De pequeña aprendiste a moverte en un territorio que naturalmente era hostil, especialmente contra las mujeres.

De pequeña aprendiste a normalizar cachetadas, tirones de pelo, cinturones, incluso patadas, que por supuesto, llegaron a ti "por tu bien". Porque "sin castigo, no se aprende", ¿eh?

Aprendiste a ser perfecta. A ser invisible en el momento preciso. A tener tus ojos alerta a todo lo que sucede a tu alrededor. A ocultar tus emociones y tus problemas. 

Aprendiste todo eso... cuando eras tan solo una niña.

Una niña indefensa que estaba recién aprendiendo, y que tenía todo el derecho del mundo a cometer errores.

Y bueno. Gracias a que aprendiste todo eso, has podido llegar a ser adulta. Has sobrevivido gracias a los súper poderes que has desarrollado.

Pero déjame decirte algo.

Estos poderes han llegado con un enorme coste emocional, que hoy te están costando la vida

Pero... ¿Qué son estas heridas?

Por decirlo de forma simple y "no esotérica", esas heridas son neuronas que se quedaron atrapadas en el pasado.

Cuando tu padre alzaba su mano contra ti, tus neuronas mandaron señales químicas para apretar los dientes como mecanismo de defensa.

Lo normal, es que después de eso, tus neuronas dejasen de mandar esa señal, y tus dientes volvieran a relajarse.

Pero el impacto de esa experiencia fue tan fuerte para tu sistema nervioso, que esas neuronas entraron en un ciclo de nunca parar, enviando constantemente la señal de apretar los dientes, incluso cuando no la necesitas.

Esto, se llama trauma. Tus neuronas de la infancia han quedado traumadas. E inevitablemente, tus neuronas son tú, de una u otra manera.

Y esas mismas neuronas de niña, son las que hoy te acompañan de adulta.

Imagínate cómo sería...

Dejar de sentir dolor en tu cuerpo, despertar con un cuerpo blando, descansado, dispuesto a la acción. Imagínate cómo sería sentir que tu cuerpo no ter limita, al contrario, te facilita el movimiento, la expansión y las ganas de vivir y avanzar.

Imagínate sanando... recuperando el verdadero poder de ser LIBRE, con capacidad de elegir por ti misma y no por miedo a lo que puedan decir o por miedo a desagradar a alguien.

Sé que es una promesa enorme, pero es posible.

NO ocurrirá en un instante, requiere trabajo y paciencia contigo, requiere compromiso con un reentrenamiento, pero mientras antes comiences mejor. Pues tu sistema nervioso siempre tenderá a empeorar los síntomas si no haces algo para detener la huella de los circuitos de TRAUMA.

Antes de que yo iniciara mi entrenamiento, no tenía idea de la cantidad enorme de rutas de sobresfuerzo instaladas en mi, no imaginaba que yo sería capaz de recuperar tanto.

Hoy a mis 46 años soy más flexible que a mis 10. Y pues si, tu cuerpo da cuenta con absoluta claridad cómo las huellas de trauma alteran TODO, tus emociones, tus pensamientos y tu cuerpo por dentro y por fuera.

No imaginas lo liberador que ha sido comenzar a revertir el pasado y permitirle a mis neuronas desaprender las heridas, tanto desde mi comportamiento como del efecto físico y los terribles dolores que me aquejaban diariamente.

¿Quieres liberarte de las heridas de la infancia, y permitirte expresar tu máximo potencial humano de una vez por todas?

Nos vemos en...