Eres una mujer exitosa, y altamente inteligente, lo sé. Estás habituada a tener las cosas bajo tu control, y que las cosas vayan a tu manera. 

Y, como tal, no hay nada más terrible ni impotencia más grande que saber que te estás haciendo daño… ¡y sentir que no puedes hacer nada para controlarlo!

El bruxismo es tan espantoso que no solo se conforma con dañarte los dientes: destruye tu mandíbula, desorganiza tu postura, te provoca dolores de cabeza, genera mareos y pitidos en los oídos (¡horror!) 

¡Y por si fuera poco, cada día se demuestra con más fuerza que está asociado a conductas y comportamientos autodestructivos!

• No te perdonas ni el más mínimo error.
• Dependes absolutamente de la aprobación externa.
• No confías en nadie y haces todo sola, sobrecargando tu agenda, tu vida y tus dientes.

Pues déjame decirte que sé exactamente qué es ser exitosa y tener bruxismo. 

También sé que ya has recorrido un largo camino y que, al igual que yo, estás absolutamente decidida a encontrar la manera de acabar con esta terrible compulsión. ¡No puedes permitir que te domine!

Si estás a punto de gritar y preguntar: ¿¡Por qué no puedo dejar de BRUXAR!?

... entonces te invito a conocer el verdadero origen de tu bruxismo:

Tus primeros patrones de bruxismo los instaló tu cerebro como medida de defensa, para protegerte, para que pudieras sobrevivir.

Así es, léelo de nuevo:

Tu sistema nervioso busca diversas estrategias para evitar que mueras en el desarrollo temprano, y la contracción de tu mandíbula, de tu tórax, abdomen y pelvis, son mecanismos reflejos para evitar la muerte súbita, o protegerse ante situaciones que tu cerebro percibe como “de riesgo vital”.

De esta manera, el bruxismo se instala en primera instancia como un reflejo para evitar que te ahogues con tu propia lengua, para facilitar la postura “anticaída” y para defenderte de las agresiones externas.

El problema es que, si tuviste una historia de trauma constante, con padres que constantemente te agredían física o emocionalmente, o con un entorno poco amigable y contenedor donde no podías contar con los demás y tuviste que arreglártelas sola, el cerebro “se acostumbra”, y transforma el reflejo en una compulsión incontrolable.

Es decir, ahora de adulta sigues defendiéndote de una amenaza que viviste en tu infancia, pero que ya no existe

Por eso debes honrar su origen, conocer a fondo tu propia historia, para abrir paso al profundo proceso de sanación.

Eres una mujer poderosa y resiliente, pero a la vez inmensamente frágil. Una mujer que ha tenido que vivir experiencias atroces y traumáticas, desde su más tierna infancia.

Una mujer que no le ha quedado otra más que desconectarse de su propio cuerpo, de sus legítimas sensaciones y de su propia voz. 

Porque cada vez que te permitías expresar tu legítimo sentir, llegaba el golpe, el grito, la lucha.

Pero a pesar de todo eso, te la has arreglado para salir adelante a toda costa.

Eres valiente, luchadora, persistente y difícilmente te rindes ante una dificultad.

Gracias a ello te has convertido en la guerrera que eres hoy.

Gracias a ello hoy disfrutas con orgullo de tener un trabajo, una familia y grandiosos proyectos que respaldan toda tu exitosa trayectoria.

Pero óyeme bien.

Haz priorizado tu trabajo, tu familia, tu “éxito”, creyendo que es la receta a la felicidad, pero has sacrificado algo muy esencial: La expresión de tu propia voz, el brillo de tu propia alma, el sentido más profundo que tiene la vida para ti, perdiendo la conexión contigo, y con tu sueños.

Ya basta de luchar,

Ya basta de seguir avanzando con escudo, arco y flechas,

Ya basta de aguantar, comprimir, soportar y tolerar cosas que no te gustan para sobrevivir.

Ya basta de dejarte en el último lugar

Ya es tiempo de BRILLAR, escuchar tu alma y abrirte a sanar.

El bruxismo que antes te sirvió, ya no lo necesitas.

No sólo no lo necesitas, es tu derecho SOLTARLO y permitirte moverte con libertad.

Hoy mereces amor propio, autocuidado, respeto, autonomía y capacidad de elegir con absoluta franqueza qué deseas para ti.

Sé que no deseas continuar sobreexigiéndote, por eso hoy estás aquí.